La pandemia ha generado variados cambios en la forma en que vivimos y en muchos
casos nos ha hecho reflexionar del modo como quisieramos continuar. El detenerse y
pensar nos ha permitido acelerar varios procesos que se venian gestando de modo más
pausado. Uno de ellos es la economía circular, que busca mantener el valor de los
recursos, materiales y productos durante el mayor tiempo posible, ya sea generando
nuevos subproductos o manteniéndolos durante un ciclo de vida más extenso e incluso
infinito. Esto ha llevado a muchos a replantearse la forma en que hacen las cosas, y hoy
se vislumbran con más claridad espacios y oportunidades de colaboración e innovación.
La economía circular busca desacoplar el crecimiento económico de la extracción de
materias primas, además de eliminar el concepto de desecho, favorecer la regeneración
de los ecosistemas naturales y promover herramientas efectivas para combatir el cambio
climático, reduciendo la huella de carbono, de materiales y de agua.
En este contexto entra en escena la ciencia que se pone a disposición de la nueva
economía, de esta nueva mirada global que nos hizo entender que el efecto mariposa si
existe, y que lo que le pasa al vecino, te puede ocurrir a ti también. La ciencia es
fundamental en el desarrollo de nuevos productos que sean responsables, desde su
gestación hasta su llegada a la góndola. Y en la gestación es cuando toma especial
relevancia la ciencia que queda a disposición de la economía circular para generar
nuevos productos que cumplan con todas estas condiciones y que puedan ser
económicamente rentables.
La economía circular consiste en diseñar de forma intencionada procesos y mezclas de
procesos que se vinculen entre ellos. Cuando desarrollo cualquier producto digo… ‘¿Qué
va a pasar con esto en sus diferentes etapas? ¿De dónde voy a sacar todos los
materiales que voy a utilizar, y qué va a pasar con todos los subproductos e impactos que
se vayan generando a lo largo de toda la cadena y la vida de este producto?’. Se necesita
una visión sistémica que se ocupe de qué pasa cuando se están extrayendo los
materiales, cuando se está desarrollando el producto, cuando se está comercializando –
etapa que está fuertemente ligada al transporte-, luego en su uso, y luego en su fin de
vida. En todas esas etapas se necesita una visión sistémica que permita entender hasta
dónde llegan las externalidades o efectos de desarrollar un producto o servicio en
específico.
Sin embargo, hoy se trabaja con una infinidad de materiales que hace extremadamente
complejo generar una red donde todo lo que fluye dentro de la economía tenga un destino
intencionado, con un ecodiseño que piense a priori qué se va a hacer con todos los
subproductos o impactos, en qué se van a usar, a quién se le van a vender, quién los
puede retirar, etc.
Sin embargo, para que esto funcione necesitamos cerrar el circulo virtuoso y eso lo
logramos cuando el consumidor saca de la góndola el producto que tanto demoró en
diseñarse para que fuera sustentable. En Idea-Tec buscamos resolver el anhelo de las
personas con un producto adecuado, con una pintura que pinte los muros de sus casas u
oficinas, pero que cuide el medio ambiente y para poder continuar en la re-volución,
necesitamos vaciar las góndolas y que nos elijan para que reciclar no sea un privilegio.
Hagamos la re-volución, seamos todos consumidores responsables para que esta
economía circular siga rodando.